05 Jun Con el paso del tiempo
Un abuso sexual en la etapa infantil, puede tener efectos dañinos para la salud mental y, el recuerdo de lo acontecido aletargarse durante mucho tiempo, para aparecer en etapas adultas provocando una depresión.
La infancia sobre todo, es un período especialmente vulnerable en la vida de una persona, dado que el cerebro y el sentido todavía están desarrollándose, de ahí que el abuso, pueda afectar a un menor a niveles de interacción personal e incluso a reacciones biológicas.
Los efectos dominantes del abuso infantil se extienden mucho más allá del tiempo inmediato que rodea el abuso y, pueden seguir causando trastornos significativos a lo largo de la vida de una persona.
Las llamadas experiencias adversas de la infancia (eventos estresantes o traumáticos que incluyen abuso físico, emocional o sexual y abandono físico o emocional) pueden aumentar el riesgo en diferentes aspectos; desde abuso de sustancias y problemas de salud mental, hasta apneas del sueño, obesidad, problemas cardíacos y diabetes, e incluso acortar la esperanza de vida.
Asimismo, el abuso infantil está asociado con la depresión no solo en niños, adolescentes y adultos jóvenes, sino también en etapas posteriores de la vida.
«El tiempo no cura»
Este tipo de traumas y el impacto que pueden tener en el neurodesarrollo de una persona que es o ha sido maltratada física o sexualmente a edades tempranas no se supera “solo” con el tiempo.
Sobre este aspecto, esta afirmación no quiere decir que todos los que son maltratados a edades tempranas experimenten necesariamente depresión o que todos los que sufren depresión tenga que deberse a experiencias infantiles adversas. Ya que afortunadamente muchas de las personas que se enfrentaron a adversidades de este tipo a edades tempranas no experimentan problemas de salud mental más adelante.
«Capacidad de recuperación».
Las razones por las que algunos terminen sufriendo depresión mientras que otros no, varían y, no se conocen a ciencia cierta los motivos; si bien estos puedes deberse desde una predisposición biológica o epigenética, que influye en cómo se expresan los genes durante la vida de una persona, lo que puede hacerlos más vulnerables a problemas de salud mental, a los llamados factores de riesgo psicosociales, como tener una red social muy limitada.
Por ello se puede llegar a la conclusión de que es importante prestar una atención más centrada al abuso infantil en adultos mayores deprimidos, no solo en las primeras etapas de la vida, sino también en etapas posteriores.
En general, el riesgo de depresión aumenta en los adultos mayores y, las razones pueden ir desde cambios cerebrales, a tasas más altas de aislamiento o, condiciones crónicas. Sobre esto los expertos en salud mental reiteramos en que los efectos del abuso infantil son amplios, incluyendo a menudo la preservación de relaciones cercanas, o manteniendo una red social robusta años después.
Por este mismo motivo, la depresión que una persona puede experimentar en etapas más avanzadas de su vida podría tener que ver con otros factores no relacionados en absoluto con el abuso infantil.
Muchas personas nunca han tenido la posibilidad de hablar o de procesar emocionalmente el abuso que sucedió hace décadas y, estos eventos no procesados pueden actuar negativamente sobre la autoestima de una persona o el mundo que los rodea.
La terapia y la medicación, ayuda a mantener la depresión bajo control, pudiendo ayudar a mejorar los resultados.
Siempre (repito) siempre, es mucho mejor tratarlo que tratar de enterrarlo hasta que resurja de nuevo por si solo, haciéndonos perder el control.
Para una persona mayor que tiene un historial de abuso infantil, puede haber pasado mucho tiempo desde que ocurrió el abuso, pero ello no significa que se haya olvidado, o que aún no tiene el potencial de dañar a esa persona.
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