21 Feb Plan de acción diario
Uno de las grandes objetivos de la vida es que todos queremos ser felices, sin embargo, tan solo unos pocos parecen que lo logran…
Si preguntamos a diez personas distintas en qué consiste la felicidad, obtendremos seguramente diez respuesta diferentes, y es que la felicidad misma, se puede definir de muchas maneras y puede tener todo tipo de componentes que pueden provenir del trabajo, de toda una vida, o incluso haber llegado de casualidad…, lo que sí que es cierto, es que para la mayoría de nosotros la consecución de este objetivo es difícil de alcanzar.
Los psicólogos tenemos buenas y malas noticias sobre nuestra búsqueda de la felicidad. La mala noticia es que no tenemos “esencialmente” ningún control sobre nuestros niveles de felicidad, ya que muchos de los otros atributos se establecen en parte por nuestros genes, mientras que éstos interactúan en cierta medida con nuestro interacción con los acontecimientos.
Si bien los factores circunstanciales importan, “las sorpresas” son como un pequeño intervienen gratamente a nuestra felicidad.
Lo que sí es obvio, es que lo que en psicología se define como “actividad intencional”, que son todas aquellas actividades en las que podemos participar de forma que nuestros niveles de felicidad, varíen dentro del rango establecido determinado por nuestra genética y circunstancias de nuestra vida.
Siendo conocedores de esto ¿qué actividades deberíamos elegir para aportar felicidad a nuestras vidas y, cómo deberíamos llevarlas a cabo? La respuesta a esta pregunta tiene que ver con la comprensión de lo rápido que los humanos nos adaptamos a nuevas y excitantes experiencias.
La primera vez que intentamos algo estimulante que encontramos agradable, es probable que aumente considerablemente nuestros niveles de felicidad –el primer beso con nuestra pareja o simplemente un nuevo y excitante libro que estamos leyendo– .
Las nuevas experiencias cosquillean nuestros centros de placer y nos hacen sentirnos bien.
Por desgracia, cuando se presenta ese mismo estímulo una y otra vez, pronto nos acostumbrarnos a él. Esto es lo que los psicólogos llamamos «adaptación hedónica».
La cantidad de placer que podemos obtener de la misma experiencia remite con la exposición repetida.
Dicho esto, debemos tener en cuenta en relación a las actividades a elegir, tres características principales:
- Las actividades deben adaptarse a nuestra necesidad y nuestra personalidad.
- Se debe contemplar la diversidad o variación de la rutina, ya que es probable que reduzca al mínimo los efectos de la adaptación hedónica.
- Y por último, su tiempo debe variar –esto ayuda a evitar la adaptación hedónica.
Hay otra consecuencia interesante de este hallazgo sobre lo que contribuye a nuestra felicidad, y es el “aquí y ahora”. Los planes y objetivos a largo plazo por supuesto que contribuyen a nuestra felicidad en el día a día, pero indirectamente, por ej. un mejor trabajo, que nos proporcione más dinero pueda significar que tengamos menos libertad para hacer esas cosas del día a día, lo que nos gusta, circunstancias de la vida y las actividades del día a día interactúan con claridad. Hablar de uno sin el otro no tiene sentido en el mundo real.
Las personas solemos dar mucha más importancia a las circunstancias de la vida en detrimento de las actividades placenteras cotidianas; los psicólogos sugerimos que la las felicidad reside de esos placeres cotidianos que tienen el poder para hacernos partícipes de nuestra vida y mantenernos felices.
Ya sabes, sal de tu zona de confort, y empieza a ser feliz.
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